Las alteraciones en la voz suelen relacionarse comúnmente con resfriados o celebraciones animadas, pero si se presenta de forma frecuente puede dificultar la comunicación con otras personas, y agravarse en el caso de los educadores. Estas patologías deben ser detectadas, diagnosticadas y tratadas por especialistas de la voz (logopedas), y no menospreciar al aparato fonador.
La voz puede fallar y esto será un indicador de que algo está ocurriendo en nuestro sistema fonatorio, cuando no funciona de manera adecuada aparece la fatiga vocal, las irritaciones, las ronqueras, el carraspeo, tos, dolor de garganta y otros síntomas que nos impiden seguir cumpliendo con nuestro trabajo. Rápidamente buscamos remedios que nos ayuden a mejorar y seguir con nuestra actividad diaria como son: reposo vocal, agua, regaliz, caramelos de miel y limón, jengibre, propóleo, infusión de tomillo, y demás consejos que hemos leído o escuchado a otros profesionales en las mismas circunstancias.
La temida disfonía aparecerá progresivamente si los remedios no ayudan a recuperar la voz. Pronto se verá disminuirá la calidad de nuestra actividad vocal, los sonidos tendrán poca intensidad y aparecerá algún que otro «gallito».
Realmente no somos conscientes de la herramienta tan valiosa que tenemos hasta que llega el día que, por mal uso o abuso, dejamos de tenerla. Esto se traduce en una baja laboral o en realizar nuestro trabajo lesionados y convirtiéndose a corto tiempo en un trastorno laríngeo mayor. ¿Hemos pensado que pasaría si un médico perdiese su estetoscopio o un administrativo su ordenador?
Los docentes no siempre presentan unas adecuadas condiciones vocales, y está situación se tornaría diferente respecto a su salud vocal, si existiese una prevención de los trastornos de la voz, y una mejor formación básica en cuanto al mecanismo y funciones del sistema fonador y trabajar con las preocupaciones y cautelas que evitarían más de un problema. Fundamentalmente a aquellos profesionales que están en contacto con niños y no tan niños, y de esta forma ser capaces de señalar los primeros inicios de una disfonía. Esta detección temprana permitirá mejorar la acción terapéutica y una reeducación, lo que ayudará en un futuro a evitar que los problemas de garganta empeoren con los años y la calidad de la voz se mantenga cada día.
En conclusión, pronto llegará el invierno y de la misma forma que tenemos preparados los abrigos, debemos buscar las bufandas, no abusar de las bebidas demasiado frías o calientes, no fumar, beber agua, evitar tensiones y no forzar la voz, todo lo que hagamos será poco para cuidar nuestra herramienta más preciada.