¿Cómo debería ser la educación del siglo XXI?

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Encontré este artículo sobre las claves educativas de cara al año 2020 por casualidad y ya, desde la lectura de su título, captó mi atención. En él podréis ver muchos de los planteamientos que, l@s que nos dedicamos a esta vocación, deberíamos tener presente a la hora de no sólo mejorar nuestras competencias sino también nuestros resultados.

Resulta muy interesante todo lo referido a la educación emocional infantil de nuestro alumnado en la escuela actual.

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“La educación emocional debe ocupar un lugar privilegiado en los sistemas educativos y debe trabajarse implicando a todos los agentes educativos. Para ello los programas de formación docente deben dedicar una mayor atención a las competencias emocionales, serán ellos quienes dinamicen a los demás agentes con la finalidad de educar de forma integral.”

Rafael Bisquerra: La importancia de la educación emocional

Inteligencia emocional responde a la identificación de emociones y a su regulación,  bienestar y equilibrio personal y su relación con su entorno y contexto cercano. Todo ello se convierte en factores importantes en el aprendizaje de nuestras alumnas y alumnos dentro de un contexto continuo de interacción e intercambio de experiencias que enriquecerán las competencias básicas reflejadas en el currículo actual, como parte de las metas y objetivos educativos de nuestro sistema de formación vigente. Por ello, que es importante la formación del profesorado en este ámbito si queremos ayudar y acompañar al alumno/a en su camino de crecimiento personal y profesional tanto del ahora como del mañana.

Tras el aprendizaje se encuentra una actitud de interés basada en el conocimiento de las propias habilidades o el descubrimiento de otras nuevas. Todo ello es resultado de la identificación y control de las emociones propias. El profesorado, en la actualidad, debe conocer la importancia del papel que juegan las emociones en los contextos educativos y de cómo éstas se convierten en el motor de las conductas que se reflejarán día a día en nuestras aulas.

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Debemos construir contextos donde el alumno/a pueda identificar, reconocer aquellas emociones que participan en las realidades del aprendizaje; que sepan manejarlas en su propio beneficio y que generen actitudes favorables para el cambio. La identificación, manejo, control y modificación de emociones, es la base de procesos de aprendizaje significativo que marcarán un antes y un después en la realidad educativa de nuestros discentes.

Por lo tanto, es importante no sólo guiar al alumno en la adquisición de nuevos conocimientos o en el desarrollo de sus propias capacidades o competencias curriculares sino que, también dentro de nuestras competencias profesionales, debemos de ser capaces de ser orientadores hacia la consecución de la adquisición y mejora de una inteligencia emocional, inherente a la realidad del alumno/a, y necesaria ésta para el aprendizaje permanente de nuestro alumnado.